Recientemente se ha levantado algún revuelo por la estrategia de Prince para promocionar sú último trabajo: ha decidido entregar el disco Planet Earth con el tabloide The Mail on Sunday al precio de dos euros. No es nuevo. Ya había regalado algunos discos en su gira, según contó Barrapunto.
¿Por qué una superestrella del pop mundial regala su música? No se ha vuelto loco. Antes al contrario, ha decidido que el marketing directo es la mejor manera de enganchar a su público y animarle a que asista a sus próximos conciertos, donde realmente gana dinero. Ha decidido generar valor en otro ámbito de la industria discográfica y saltarse algunas etapas. Ahí radica el problema. Las discográficas siguen ancladas en un modelo que tiende a desaparecer y, en vez de unirse a la revolución, tratan de frenarla. Se me ocurren algunos modelos de colaboración, pero muchos de ellos comienzan con un fundamento: la gente no paga por lo que puede obtener gratis. Y me temo que la música es cada vez más una commodity.
No hay duda. Con 21 conciertos a la vista, Prince prefiere regalar su disco. El anterior trabajo, 3121, sólo vendió 80.000 copias y necesita más fans para llenar la sala durante 21 días.
Visto el jaleo musical, ¿qué pasa con la prensa? La mercantilización está llegando a un punto interesante. En el caso particular del grupo PRISA, Juan Luis Cebrián reconocía recientemente ante la Junta de Accionistas que en 2006 la facturación por las promociones (30,5 millones de euros el primer trimestre) superará a la propia venta del diario (33,4 millones de euros en el mismo periodo), por lo que apremiaba a la renovación de los sistemas de distribución y a la ampliación de los puntos de venta.
Demasiados cambios para dos industrias amantes del tiempo pausado…
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