Escribo unas notas rápidas después de escuchar y leer las medidas de Rajoy para salir de la crisis. No suelo escribir de política, pero resulta que estoy cansado.
No termino de entender que no veamos el alcance de la crisis. El mundo ha cambiado. La economía ha cambiado. Las fuentes de competitividad son ahora sustancialmente diferentes: el capacidad tecnológica; el acceso a un mercado más rico, grande e integrado; el diferencial de coste de producción y el precio final en el mercado destino; y la capacidad polítca de las instituciones para encauzar una estrategia de crecimiento (Castells, 1996:130).
Y lo que veo es que todas las medidas que se toman en España desde mayo de 2010 son cosméticas. Son pequeños arreglos que no afrontan la verdadera transformación que necesita el país. Me refiero a esa Transición 2.0 que tendríamos que ver: una apuesta por los ciudadanos, un retroceso de los territorios y de las identidades excluyentes, el uso intensivo de las tecnologías, el cambio de modelo de productivo, la fiscalización y la rendición de cuentas de empresas y políticos, la mejora de las condiciones fiscales de los inversores en empresas, el castigo a la especulación, el cierre de administraciones duplicadas, la mejora del I+D, los mejores salarios para profesores (de básica y bachillerato primero) y otras medidas reales y tangibles que pueden forzar a las personas a cambiar.
De momento, el sistema está hecho para perpetuarse. Con ligeros cambios, nada más. Ya lo decía mi admirado Rafael Sánchez Ferlosio: mientras no cambien los dioses, nada habrá cambiado. A ver cuándo empezamos.